Cómo elegir unos prismáticos

Elige el prismático que mejor se adapte a tus necesidades, ya sea para senderismo, ornitología, observación nocturna, teatro…etc. porque siempre disponemos de una amplia gama de marcas lideres a precios competitivos.
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Las mayores ventajas de este instrumento son la comodidad de visión y la aparente sensación de profundidad, de tridimensionalidad, favorecida por la intervención de los dos ojos al mismo tiempo. Otra ventaja es la facilidad de uso, que no obliga al neófito a vérselas con círculos graduados, monturas, puesta en estación, seguimiento, y todas las pequeñas dificultades que acarrea el uso de un telescopio. El amplio campo que suelen abarcar los prismáticos y la visión directa facilitan la toma de contacto con estrellas y constelaciones. Si a todo esto añadimos la ventaja del precio, estos aparatos constituyen el instrumento ideal para un primer acercamiento a la astronomía.

Principales características

Las especificaciones fundamentales de un binocular se describen con dos números separados por una equis, que nos indican su factor de ampliación, el primero, y la apertura de sus objetivos medida en milímetros, el segundo (por ejemplo, un binocular 10×50 ofrece 10 aumentos y tiene lentes objetivo de 50 milímetros de diámetro útil).

Los binoculares suelen disponer de un sistema mecánico de ajuste del enfoque, para adaptarlo a nuestra vista en función de la distancia al objeto observado, aunque también los hay sin enfoque. Los binoculares con mando de enfoque central generalmente tienen además un sistema de regulación adicional independiente en uno de los oculares, denominado ajuste de dioptrías, para compensar la diferencia de visión típica entre los dos ojos de cada persona.

Por su parte, los binoculares de foco fijo  están previamente ajustados de manera que a partir de una distancia mínima fija hasta el infinito la imagen se aprecie siempre enfocada, sin necesidad de realizar ajuste .Este tipo de binocular simplemente se configura con una gran profundidad de campo y aprovecha la habilidad natural del ojo humano para enfocar. El principal inconveniente de estos binoculares es la imposibilidad de variar el enfoque para ajustarlo a distancias cortas de observación; las principales ventajas: la comodidad de uso.

Otro de los ajustes que habitualmente se pueden realizar en un binocular, para adaptarlo a nuestra vista, es la regulación de la distancia interpupilar, de manera que la separación entre los centros de los círculos de luz que salen por los oculares (pupilas de salida) coincida con la separación entre los centros de nuestras pupilas. Normalmente, esto se hace abriendo o cerrando la bisagra que suele unir los tubos ópticos del binocular, hasta conseguir solapar completamente los círculos de imagen que producen los oculares para ver solo un círculo, perfectamente claro y redondo.

Según el diseño del sistema de prismas, se distinguen dos tipos de prismáticos: de porro y de prismas en tejado o en techo. Los prismáticos de porro, tienen los prismas dispuestos de manera no lineal, lo que les da su característica forma externa con los oculares no alineados respecto a los objetivos. Por contra, los prismáticos «de techo» tienen una estructura interna más compleja, con los prismas alineados, confiriéndole así su forma recta y más compacta, de ahí que también se suelan denominar «compactos».

Cada tipo tiene sus ventajas. En general, los prismáticos de porro nos dan una mejor percepción de la profundidad, distinguiendo mejor entre el objeto enfocado y el fondo (nos proporcionan una imagen tridimensional más real). También, a igual calidad de los elementos ópticos, suelen ser más baratos que los de techo porque son más fáciles de fabricar. Los prismáticos de techo tienen un cuerpo más pequeño y son más ligeros y manejables para un mismo tamaño de los objetivos, además de contar con una montura más protegida.

Pero como es lógico, la calidad de los elementos ópticos es el factor fundamental a la hora de elegir unos prismáticos.

Lo primero que debemos hacer es huir de los  prismas «orgánicos», fabricados con plásticos y de poca calidad, y elegiremos siempre prismas minerales (de vidrio). Éstos pueden ser de dos tipos: BK-7 (vidrio de boro-silicato) y BAK-4 (vidrio de bario). Los primas BK-7 son más económicos, pero también de menor calidad. La mejor opción son los prismas BAK-4, de mayor calidad, que proporcionan imágenes más nítidas y contrastadas, además de más luminosidad gracias a su mayor índice de refracción.

En cuanto a las lentes, al igual que ocurre con los prismas, rechazaremos las orgánicas. Las lentes minerales nos proporcionarán la calidad y el rendimiento que buscamos en función del tratamiento que hayan recibido. El tratamiento de las lentes consiste en recubrimientos con capas antirreflectantes de fluoruro de magnesio que evitan o minimizan la pérdida de luz por reflejos internos y las aberraciones cromáticas, logrando así imágenes más nítidas, contrastadas, luminosas, sin reflejos y con colores más reales. Se distinguen cuatro tipos de tratamientos, que de menor a mayor calidad son: «coated» (revestimiento parcial), «fully coated» (revestimiento completo), «multicoated» (varias capas de revestimiento) y «fully multicoated» (varias capas de revestimiento completo). A ser posible, elegiremos prismáticos cuyas lentes tengan al menos un tratamiento «multicoated»  ya que suele ser garantía de imágenes brillantes y contrastadas, con colores vivos y naturales.. En modelos de gama alta también se pueden encontrar lentes de fluorita, que evitan más las aberraciones cromáticas y proporcionan más luminosidad.

Las veces que un instrumento óptico aumenta el tamaño de un objeto se corresponde con las veces que lo acerca a nuestra vista. Por ejemplo, un binocular 10×50 multiplica por diez el tamaño de los objetos que observamos a través de él, lo que equivale a dividir por diez la distancia que separa nuestra vista de los objetos (o sea, que si apuntamos hacia algo que se encuentre a 100 metros lo veremos como si nos acercásemos a solo 10 metros, mientras que algo que esté alejado 1 kilómetro se verá como a 100 metros de distancia).

El número de aumentos que necesitemos dependerá del uso que vayamos a dar a los prismáticos, pero en general, para observar la naturaleza se suelen usar prismáticos de 7, 8 ó 10 aumentos. A partir de 12 aumentos se hacen más patentes las vibraciones producidas al agarrar los prismáticos a pulso, por lo que ya es recomendable el uso de un trípode.

El diámetro de las lentes frontales, además de ser un factor decisivo en el tamaño y peso de los prismáticos, determina la capacidad de los prismáticos para captar la luz exterior, lo cual influye en la resolución o nitidez de las imágenes. Lógicamente, cuanto mayor sea la abertura más luz captan los prismáticos. Unos prismáticos con objetivos de 50 milímetros captan aproximadamente 1,56 veces más luz que unos con objetivos de 40 milímetros, y unas 2,78 veces más luz que unos con objetivos de 30 milímetros. Sin embargo, como veremos a continuación, el rendimiento en condiciones de poca luz también depende de los aumentos, ya que la relación entre abertura y aumentos nos proporciona otros dos factores importantes: la luminosidad relativa y el tamaño de la pupila de salida.

La pupila de salida de un binocular está definido por la razón entre el diámetro de los objetivos y los aumentos, es decir, el diámetro de la pupila de salida resulta de dividir la apertura por la ampliación. Por ejemplo, un binocular 10×50 tiene unas pupilas de salida de 5 milímetros de diámetro (50 mm : 10 = 5 mm). Éste resultará un asunto de especial importancia cuando se usen los prismáticos en condiciones de baja luminosidad (al atardecer o por la noche, en bosques frondosos…), porque entonces nuestras pupilas se dilatarán para compensar la falta de luz, alcanzando un diámetro máximo de unos 7 milímetros (que varía en función de cada persona y disminuye con la edad), y si las pupilas de salida del binocular son más pequeñas que las nuestras notaremos que la imagen es más oscura a través del prismático. Por ello, es conveniente contar con unas pupilas de salida grandes (5 a 7 mm) cuando se prevea usar los prismáticos de noche, para que obtengamos una imagen lo más clara posible.

Por lo general, los binoculares  trabajan con ampliaciones por debajo de la capacidad de resolución de sus lentes (a mayor diámetro de la lente, mayor resolución de detalles con más aumentos), por lo que un binocular 10×25 puede producir una imagen prácticamente tan clara como cualquier 10×50 a plena luz del día, cuando las pupilas del 10×25 (2,5 mm) son próximas a las de nuestros ojos. Sin embargo, cuando escasee la luz un 10×50 de buena calidad aventajará claramente a cualquier 10×25 en brillo y contraste de imagen.

Es la extensión que nos permite abarcar un binocular cuando miramos a través de él, que  viene especificada como la anchura en metros del área visible a la distancia de 1 kilómetro , campo de visión lineal, pero también puede aparecer indicado con el ángulo que abarca campo de visión angular, que es el ángulo con que abarcaríamos la imagen de los prismáticos a la distancia que aparentemente nos acercan. Pues bien, para un campo de visión aparente de la misma amplitud, es fácil entender que cuanto más elevados sean los aumentos, menor será el campo de visión real que abarcaremos.

La amplitud del campo de visión es un factor determinante, de forma que un amplio campo nos permite localizar fácilmente los objetos y seguirlos si están en movimiento.

Por último, si vamos a usar los prismáticos con gafas debemos prestar especial atención al alivio ocular, que determina la distancia máxima a la que podemos alejar los ojos de los oculares abarcando completamente el campo de visión. Un alivio ocular próximo a 20 milímetros es  más que suficiente en la mayoría de los casos para mirar cómodamente a través del binocular con gafas. Un alivio ocular amplio permite un manejo más confortable del binocular también sin gafas. Por norma, la distancia máxima a los oculares es menor cuando los aumentos son más elevados.

En resumen, podemos concluir fácilmente que elevar los aumentos en los prismáticos que decidamos comprar reducirá la comodidad de manejo (mayor vibración de la imagen a pulso, pupilas de salida más pequeñas, menor amplitud del campo de visión y alivio ocular más corto), por lo que debemos intentar encontrar una potencia equilibrada para disfrutar convenientemente de nuestro binocular. Existen prismáticos muy versátiles dotados de zoom, para variar los aumentos a nuestra conveniencia en cada momento, pero su uso no está muy extendido porque el mecanismo adicional de zoom los hace menos fiables y precisos, y algo más grandes y pesados.

Usos específicos

Los telescopios resultan un instrumento esencial para la mayoría de aficionados a la observación astronómica, pero los prismáticos también son una herramienta básica para muchos astrónomos. Al fin y al cabo, un binocular prismático está conformado por dos telescopios montados en paralelo.

En este caso buscaremos prismáticos con un pupila de salida de 6 ó 7 milímetros, por lo que nos decantaremos por modelos 7×50 y 8×56 entre los de tamaño medio-grande, y 15×70 y 20×80 entre los grandes. Mención especial merecen los  binoculares 10×50, posiblemente el modelo más extendido entre los aficionados, dada su relación calidad-precio, porque tienen más aumentos, aunque está en el límite inferior de las pupilas de salida consideradas aceptables.

Los momentos de máxima actividad de muchas especies salvajes se concentran en torno al anochecer o al amanecer, es habitual que los prismáticos de un cazador se vean expuestos a bajas temperaturas y altos niveles de humedad, que empañarán fácilmente las lentes, al mismo tiempo que la escasez de luz demande ópticas muy luminosas. Por estos motivos, es recomendable contar con binoculares completamente impermeabilizados, si nuestro presupuesto lo permite, y dotados de ópticas capaces de transmitir una gran cantidad de luz a nuestros ojos. Los prismáticos impermeables son sellados con juntas tóricas y suelen rellenarse con nitrógeno, para garantizar un interior libre de polvo y humedad, que evite el ensuciamiento y el empañamiento interno de las ópticas. En realidad, cualquier binocular prismático concebido para el uso al aire libre suele estar preparado para soportar la lluvia, pero una construcción impermeable nos ofrece una garantía adicional y hace posible que los prismáticos hasta puedan resistir a una pequeña inmersión accidental en el agua. Como característica añadida, es interesante que las superficies externas de las lentes estén tratadas con revestimientos hidrófugos, antiadherentes y protectores, que favorezcan la limpieza y dispersen la humedad para permitir una visión clara con los prismáticos mojados.

Resulta interesante contar con una gran rueda de enfoque central que gire con suavidad incluso con guantes. Por supuesto, una carcasa de goma es conveniente no solo para proteger el cuerpo del binocular contra los golpes, sino también para amortiguar el sonido de dichos golpes, de manera que no alerten de nuestra presencia a las posibles presas.

Respecto al tamaño y la ampliación ideales, deberían sopesarse bien en función del tipo de uso que principalmente se vaya a hacer. En general, una moderada ampliación de  8 aumentos es la ideal, que nos aportará un campo de visión amplio para localizar, al tiempo que favorece una imagen estable a pulso. Por contra, si necesitamos mirar más bien a larga distancia en campo abierto, posiblemente nos convenga la razonable potencia de unos prismáticos de 10 aumentos. Por su parte, se aprecia que el tamaño y el peso no entorpezcan demasiado nuestra marcha cuando tengamos que cargar con el equipo de caza durante largos recorridos. Unos prismáticos de aumentos moderados con objetivos inferiores a 40 milímetros de diámetro (algo como un 8×36) pueden representar una opción ligera y versátil, aportando luminosidad suficiente para un uso general. Cuando se requiera un rendimiento óptimo durante la noche, puede interesarnos contar con pupilas de salida generosas, de 5 a 7 milímetros (presentes en binoculares como 7×35, 8×42, 8×56, 10×50 o 7×50), siendo la combinación 8×42 la más extendida y  la que nos brinda la mejor relación entre luminosidad, potencia y portabilidad. Opcionalmente, cargar el peso de los prismáticos sobre nuestros hombros por medio de un arnés, en lugar de colgarlos del cuello, puede permitirnos llevarlo cómodamente.

Para llevar al teatro, unos pequeños gemelos de 4×30 nos brindan un aumento razonable en distancias relativamente cortas y una gran luminosidad para uso en la penumbra del patio de butacas.

La navegación es otra de las actividades que puede someter los prismáticos a condiciones extremas, especialmente en el mar. Obviamente, es más que recomendable que los prismáticos que llevemos en una embarcación cuenten con una construcción completamente impermeable, y a ser posible que floten en el agua. Una armadura de goma con un tacto que favorezca el agarre con las manos mojadas es otro elemento habitual en los binoculares náuticos. En cuanto al enfoque, los prismáticos marinos suelen disponer de un sistema de ajuste independiente en cada ocular, porque así se puede conservar de manera más efectiva la estanqueidad, y como en el mar la observación se hace a distancias más bien largas, normalmente no se requiere una rueda central de enfoque rápido, porque no hay que variar el ajuste una vez enfocados.

Por su parte, los aumentos deben ser preferiblemente moderados para que los prismáticos resulten funcionales en una nave sometida a constantes vaivenes, porque de otro modo la imagen sería demasiado inestable y el uso de los prismáticos podría incluso marearnos fácilmente. Además, una ampliación moderada asociada con una buena apertura (los prismáticos 7×50 son un clásico de la navegación) nos dará unas pupilas de salida grandes, que más allá de ofrecer la visión más luminosa durante la noche, facilitarán la tarea de asomarnos a los prismáticos en medio de los vaivenes de una embarcación, porque nuestras pupilas dispondrán de un amplio margen para situarse frente a las del binocular. Por contra, las personas que vayan a usar los prismáticos para pararse a observar desde una pequeña embarcación en aguas mansas a plena luz del día, apreciarán la conveniencia de binoculares del estilo de unos populares 10×25 con prismas de techo.

Si vamos a comprar unos prismáticos para un niño pequeño, la principal consideración que debemos hacer es que las facciones más reducidas de su cara requerirán un binocular que se pueda adaptar perfectamente a ellas. Por tanto, tenemos que verificar que los prismáticos permitan una distancia interpupilar apropiada, generalmente menor que en un adulto. También convendría asegurarse de que el mando de enfoque resulte accesible para las pequeñas manos del niño.

Una premisa básica es contar con un sistema de enfoque central de funcionamiento suave, que facilite un ajuste rápido y preciso, para observar convenientemente pájaros que se muevan cerca de nosotros, variando frecuentemente la distancia de enfoque. Además, es necesario que los prismáticos nos permitan enfocar a distancias mínimas de unos 5 metros. Un campo de visión amplio también beneficia la observación de aves a distancias próximas, facilitando su localización y seguimiento, especialmente en zonas de abundante vegetación.

En lo que se refiere a los aumentos, suelen oscilar entre 7 ,8 ó 10 para los prismáticos de uso general en ornitología. Las ventajas de inclinarse hacia uno de estos extremos ya las conocemos: una visión más estable con un campo más amplio en las ampliaciones moderadas, frente un mayor acercamiento a los detalles en ampliaciones más elevadas.

Para los que requieran un rendimiento sobresaliente también cuando la luz escasea, unos prismáticos 8×42 de alta calidad pueden representar la opción más versátil. También es una gran opción los prismáticos 10×42, disponibles en una amplia oferta que pone a nuestro alcance algunos modelos capaces de brindarnos imágenes claras y brillantes, de colores muy naturales, a un precio que se puede permitir prácticamente cualquiera que realmente tenga interés en comprar un buen binocular para disfrutarlo asiduamente durante muchos años.

La característica principal a tener en cuenta en este caso es el tamaño, ya que debemos cargarlo en la mochila durante todo el recorrido y si lo eligiéramos muy grande al final nos resultaría un engorro llevarlo, así que lo ideal es que sea pequeño pero recordemos que si deseamos un buen rendimiento en prismáticos pequeños y compactos (8×21, 10×25, 12×32…) requeriremos una óptica de alta calidad para compensar las limitaciones de su tamaño; si no, es posible que nos convenga emplear un arnés que nos permita llevar colgado cómodamente algún binocular de formato más estándar (7×35, 8×42, 10×42, 12×42…), para no renunciar a un gran rendimiento óptico a buen precio.

Los más corrientes

TIPO DIÁMETRO AUMENTOS PUPILA SALIDA (MM) CAMPO MAGNITUD LÍMITE
8X30
30
8
3,8
9
7X50
50
7
7,1
10
10X50
50
10
5,0
10,3
10X70
70
10
7,0
10,5
11X80
80
11
7,3
11
15X80
80
15
5,3
11,2
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